miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Cómo llegué hasta aquí?


Vino al mundo en una cuna de lana; ligera imperceptible a los brazos de su madre. Los arboles desnudos la despidieron al emprender el viaje hasta su nuevo hogar cerca de la costa donde un recio viento aún golpeaba. El invierno aún no hacia su despedida.

Abría sus ojos poco a poco, en su habitación contemplaba los móviles de colores que le daban un placer indescriptible, una felicidad que aun no podía describir con palabras pero si con sonrisas.

Fueron pasando los días, los años y los colores de las estaciones. Así fue creciendo, moldeando sus huesos y experiencias, todo lo percibía con una profundidad marina, de esas que guarda sentimientos en lo más hondo, juntaba palabras, imágenes, comportamientos humanos y así iba construyendo lo que a futuro determinaría su mundo.

Siempre iba colgada a las espaldas de su padre, el cual gozaba llevándola a cuestas en los paseos o caminatas que hacían en los tiempos libres. Así ella contemplaba desde las alturas su pequeño reino; los caminos le parecían más amplios y el viento rozaba su rostro y desordenados cabellos con lucecitas doradas.

Un día le llego una compañera a su vida. Anhelaba la presencia de otra persona mas pequeña que ella a su lado, alguien con quien jugar, alguien con quien compartir sus singulares experiencias de niña. Pero este sueño de princesa se enlodo por varios años, ya que su anhelada hermana provino del mismo infierno de los infantes; indomable, inquieta y peleadora, dueña de una personalidad agobiante. Su plan se vio truncado, muchas veces se arrepintió de haber pedido a viva voz una hermanita, se lamento de aquello muchas veces al ver sus muñecas rotas o su cama desarmada luego de volver del colegio.

Una tarde su padre la llevo por un territorio desconocido. En la lejanía divisaron una casa y se dirigieron hacia ahí.  Aquella instancia la atesoraría por siempre en su vida, el momento que entro a ese sombrío lugar, una sala color chocolate; al interior había un televisor antiguo y un sofá. 

De un momento a otro apareció una niña de cabellos oscuros y dulce rostro, la tomo de su pequeña mano y se la llevo al fondo de una habitación contigua. Esa cálida mano la guio al fondo del pasillo donde estaba otra niña algo más mayor y de piel tostada que la recibió con un abrazo. Aquel amoroso acogimiento le quedo grabado en su inconsciente como el comienzo de una historia sin fin, ya no habría barrera futura que la separara de esas dos niñas, sus medias hermanas que ella adoptaría como una hermandad completa...

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